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En plena II Guerra Mundial, entre julio de 1941 y junio de 1945, el Banco Nacional Suizo (BNS) pagó al Banco de España con oro -en gran parte robado por los nazis en países ocupados- por un importe de 187 millones de francos suizos de la época, según reflejan documentos del banco central de la Confederación Helvética a los que ha tenido acceso EL PAÍS. Una parte de este montante sirvió para liquidar los excedentes comerciales favorables a España; otra, para abonar a Madrid los gastos de transporte de productos portugueses destinados a Suiza, y la última, para compensar a España por la conversión en oro de los francos suizos con los que Alemania compraba bienes españoles.
Parte del oro entregado a España procede de una partida de metal precioso comprado por el BNS a Alemania y que había sido robado por los nazis en el banco central de Holanda, en cuyas cámaras de seguridad había lingotes marcados con sello inglés, francés o checo. Otra parte tiene su origen en el oro comprado por Berna a Berlín en 1943, por un importe de 379 millones de francos suizos, y que, después de ser confiscado en el banco central de Bélgica, había sido fundido por el Reichsbank (el banco central de la Alemania nazi), y expedido en lingotes con el sello alemán vigente antes de la guerra. El resto del oro salió de las reservas propias del BNS. El historiador suizo Philippe Marguerat advierte que aún "se desconocen las proporciones" de cada uno de estas tres partes, aunque considera que es seguro es que un porcentaje del oro nazi fue enviado al Banco de España. Este experto cree que el valor de los 187 millones de francos se quintuplica hoy, y equivaldría acerca de 100.000 millones de pesetas actuales. El BNS admitió el pasado mes de diciembre que entre 1939 y 1945 compró oro nazi por un total de 1.210 millones de francos de la época y que también medió en el envió desde Alemania de otros 428 millones de francos a Portugal y Suecia. Apoyado por organizaciones internacionales de la comunidad judía, el senador republicano por Nueva York Alfonse D'Amato lanzó el pasado año duros ataques contra Suiza, a la que acusó de haberse amparado en su pretendida neutralidad para traficar con oro robado por los nazis.
Durante la II Guerra Mundial España fue el segundo socio comercial de Suiza, después de Portugal. Desde 1940 a 1944, la balanza de pagos resultó favorable para Madrid, y los productos agrícolas, de los que carecía Suiza, constituyeron el grueso de los intercambios. Hasta 1942, España tuvo un superávit anual que osciló entre uno y tres millones de francos, pero ese año las importaciones de productos españoles por la Confederación Helvética se multiplicaron por 2,3 hasta llegar a los 62 millones de francos. Mientras tanto, las exportaciones de Suiza a España se limitaron a 38 millones.
Otro capítulo de estas transacciones lo constituyeron los pagos por el transporte de mercancías destinadas a Suiza y procedentes de Portugal que efectuaba la marina mercante española entre Lisboa y Génova, según el historiador Marguerat.
Por último, el BNS era el intermediario de los pagos realizados por la Alemania nazi a España a cambio de wolframio, un metal utilizado en el blindaje de los carros de combate y en la fabricación de cañones. El Banco de España no quiso aceptar como pago del oro que ofrecía Berlín, ya que si procedía de los saqueos nazis se arriesgaba a que los aliados lo reclamasen después del conflicto. Por esa razón prefirió recibir francos suizos por el wolframio, y adquirir después oro, aunque fuese oro nazi blanqueado, en el BNS.
Por otro lado, y dentro del escándalo de los fondos judíos depositados en la banca suiza desde la II Guerra Mundial, el embajador de Berna en Washington, Carlo Jagmetti, presentó ayer su dimisión. El dimisionario desató el domingo una tormenta al trascender su informe confidencial en el que llamaba a su Gobierno a "luchar" contra D'Amato y las asociaciones judías que exigen a Suiza una reparación para las víctimas del Holocausto.
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